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Escrito por: Marian Alonso-Cortés (dietista-nutricionista) Fecha de publicación: Junio 2023
Cuando llega el verano y sus temperaturas agradables, no podemos esperar a deshacernos de la ropa de abrigo y disfrutar de los días más largos, la brisa del campo o del mar, las terrazas y el ambiente cálido, pero ¿estamos haciendo una correcta transición del invierno al periodo estival?
Nuestro cuerpo tiene diferentes necesidades dependiendo de la estación y sus características, y entenderlas y aplicarlas es crucial para lucir radiantes en cualquier época del año.
Sigue estos sencillos trucos y sácale todo el jugo a tu verano, ¡notarás la diferencia!:
La hidratación es un gran pilar para que nuestro cuerpo esté sano por dentro y por fuera. Debemos estar atentos a beber agua y líquidos con frecuencia, aunque no tengamos sed. Sobre todo, si durante el periodo veraniego aumentamos nuestra actividad física o hacemos deporte al aire libre.
Beber al menos dos litros de agua al día contribuye a mantener las funciones físicas y cognitivas normales1.
No debemos abusar de bebidas alcohólicas o con grandes cantidades de azúcar, ya que pueden provocar mayor pérdida de líquido corporal.
¿Qué son los radicales libres? Los radicales libres son moléculas que se producen cuando nuestro cuerpo realiza sus funciones normales, pero también cuando nos exponemos al sol, a la contaminación o incluso al estrés, y que pueden dañar a nuestras células provocando, entre otros, el envejecimiento de nuestra piel o que nos enfermemos más rápido, así como a diferentes partes de nuestro cuerpo, como por ejemplo la piel y los ojos.
Para minimizar su impacto, sigue estos sencillos trucos:
Las cremas solares son esenciales para proteger nuestra piel de los rayos del sol durante todo el año, pero especialmente en verano. Algunos aspectos para tener en cuenta a la hora de usarlas son:
El tip maestro para poner a raya los radicales libres es nuestra alimentación:
Consumir alimentos con propiedades antioxidantes como la vitamina A, que puedes encontrar en frutas y verduras como la zanahoria o el mango,
O las vitaminas del complejo B, como el niacina o la biotina, presentes en alimentos como plátanos, espinacas, aguacates, entre otros.
Dichas vitaminas contribuyen al mantenimiento de la piel en condiciones normales1.
Los ojos son especialmente sensibles a la radiación solar, incluso más que la piel. Los rayos ultravioletas pueden provocar daños en las diferentes capas de los ojos.
Algunos carotenos presentes en alimentos vegetales, especialmente aquellos de color anaranjado, pueden proteger a los ojos de la radiación solar. La luteína y zeaxantina son carotenoides liposolubles de color amarillo que se concentran en la mácula del ojo y puede ser encontrados en suplementos alimenticios, como el 4Life Transfer Factor Vista™.
Para disfrutar del verano con la mayor vitalidad debemos ingerir alimentos que nos proporcionen energía.
Es recomendable elegir recetas veraniegas fáciles de preparar y que nos aporte en hidratación y energía.
Algunos ejemplos son:
Frutas como las moras, arándanos, kiwi, melocotones y nectarinas pueden ser buenas bases para un menú veraniego.
Si las combinamos con lácteos bajos en grasa como el queso de burgos, requesón o el yogur natural, pueden ser una buena opción de desayuno, tentempié o cenas veraniegas saludables. También se pueden consumir en zumos concentrados de frutas fáciles de transportar.
También mezcladas con frutas en batidos son grandes aliados que aportan antioxidantes, fibras y abundante agua. Además, pueden resultar en ricas y frescas cremas veraniegas.
Sin abusar de su cantidad, son un agradable tentempié y, en momentos de tensión baja, pueden ayudarnos a equilibrarla.
Son buenas opciones para acompañar ensaladas, yogures o batidos.
Las comidas fuera de casa pueden desequilibrar nuestro sistema digestivo. Algunos de los síntomas más frecuentes en verano son los gases, estreñimiento y, en algunas ocasiones, diarrea provocada por alimentos o agua en mal estado.
Debemos escoger siempre platos bien cocinados, que estén refrigerados adecuadamente y, dependiendo del lugar donde viajemos, consumir el agua envasada.
Los suplementos con probióticos son una alternativa para cuidar de la flora intestinal.
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